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*La DGB organizó una mesa redonda, en el marco de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer

En el ámbito laboral se tienen derechos y deberes, pero en muchas ocasiones dicho ámbito se ve afectado por situaciones que entran en el rango del hostigamiento o violencia laboral. En tal sentido, la Dirección General de Bibliotecas de la UNAM organizó una mesa redonda en el marco del Día Internacional de la Mujer, titulada “Detección y prevención del acoso”, con la finalidad de que la comunidad universitaria conozca las diversas situaciones que se dan en los ambientes laborales, en las cuales se puede incurrir en algún tipo de delito.

Mesa redonda en el marco del Día Internacional de la Mujer, “Detección y prevención del acoso”
Mesa redonda en el marco del Día Internacional de la Mujer
“Detección y prevención del acoso”

 

Entre las invitadas se contó con la presencia de la licenciada Alma Delia Rosales Toral, responsable del Proyecto de Derechos Humanos y Acceso a la Justicia, en el Instituto de las Mujeres de la Ciudad de México, quien señaló que la violencia laboral es considerada como toda acción, omisión o comportamiento, destinado a provocar directa o indirectamente daño físico, psicológico o moral a un trabajador, ya sea como amenaza o acción consumada, específicamente a través de la violencia de género, acoso psicológico, moral o sexual en el trabajo, que puede provenir de niveles jerárquicos superiores, del mismo rango o inferiores.

Dichas situaciones se dan entre personas que guardan un vínculo laboral, donde existe la persona que lo ejerce y la que lo admite. Esta última, en muchas de las ocasiones no denuncia el hecho, probablemente por el temor a perder su empleo, o porque desconoce que existen instancias gubernamentales que protegen sus derechos mediante la aplicación de leyes.

En este sentido, la víctima puede sufrir descalificación del trabajo realizado, amenazas, intimidación, humillación, discriminación, explotación laboral, o alguna acción pasiva como el ocultamiento de la información, cargas excesivas de trabajo, exclusión del equipo de trabajo, obstrucción en el ascenso laboral, y en casos extremos que los mandos superiores fomenten o permitan la violencia en los tres niveles: de forma vertical, es decir de una posición jerárquica a una categoría inferior; el horizontal, entre compañeros del mismo rango, o la forma mixta, es decir del rango jerárquico pero en complicidad con sus subalternos.

Alma Delia Rosales añadió que los efectos de la violencia sistemática u ocasional pueden traer serias consecuencias laborales y emocionales, como el abandono del empleo, o que se caiga en una fuerte depresión que pudiera afectar la salud de las personas que sufren el hostigamiento laboral. Y justo, en esta materia, es donde entra la institución a la que pertenece la licencia Alma Delia, porque está enfocada a asesorar y canalizar a las víctimas que acuden al instituto, así como a las unidades delegaciones y un módulo ubicado en el Centro Histórico de la Ciudad de México.

De igual forma, se dan a conocer las diversas leyes que protegen los derechos laborales, como la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, la Ley General para la Igualdad entre Mujeres y Hombres y la propia Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, entre otras más.

Finalmente, expresó que un tema que está relacionado con el ámbito laboral es el relativo al acoso sexual, debido a que es un ejercicio de poder en una relación de subordinación, de la víctima frente al agresor, que puede ser expresado a través de conductas verbales, físicas, o ambas, relacionadas con la sexualidad. Y en caso de que la víctima denuncie el hecho, la pena puede alcanzar de uno a cinco años de prisión, o en su defecto una multa, según sea el caso.

En su momento, la doctora Tania Esmeralda Rocha Sánchez, profesora e investigadora de la Facultad de Psicología de la UNAM, abordó el tema a partir de esta última parte del acoso y el hostigamiento sexual, pero desde su experiencia profesional y bajo una perspectiva feminista, porque dijo que no se debe considerar esta situación como una cuestión neutral, porque las mujeres pueden ser más propensas a sufrir este tipo de situaciones por su condición de género.

En algunos casos podrían ser consideradas situaciones ambiguas, como los piropos, los acercamientos y tocamientos “amistosos”, o las miradas que en el fondo ocultan una cierta carga lasciva, que podrían generar malestar entre las trabajadoras, o también habrá quién lo permita, como ya se dijo, por temor a perder el empleo, o quizá haya alguien que provoque la situación con la finalidad de obtener algún beneficio.

La doctora Tania Rocha añadió que el trabajo tampoco puede ser considerado como un lugar neutral, porque es justo ahí donde se dan los hechos, enmarcados en una cultura jerárquica, bajo un ambiente confuso de amor y poder, donde ocurren ciertos encuentros físicos más allá del saludo, o la expresión de “que bonitos pantalones”, entre otras expresiones que conllevan un doble sentido.

Los mismos compañeros de trabajo pueden crear un ambiente hostil, en un espacio donde aparentemente no pasa nada, porque son bromas, palabras irónicas y susurros, en apariencia “muy inocentes”, que se corrigen con un “usted perdone, no lo hice con esa intención”, pero que realmente son acciones muy desagradables y con la peor intención por parte de quien las realiza, que afectan la reputación o la condición laboral de las demás personas.

En este espacio físico y simbólico, pensado para varones y mujeres, se incorpora la lógica masculina, es decir cómo se puede distinguir si hay acoso sexual en nuestro trabajo, desde qué punto de vista se puede ver y atender. En el caso de las empresas transnacionales sí se cuenta con políticas adecuadas, donde se promueve la igualdad, la inclusión y el respeto entre los empleados; además, se garantiza el dar seguimiento ante cualquier queja o denuncia. Al respecto, en nuestro país falta mucho camino por recorrer, y en muchos casos no se le da la debida atención.

Para finalizar, la doctora Rocha Sánchez dijo que

una posible solución podría ser un cambio de conducta en todos los niveles laborales, el mantenerse alerta de lo que realmente ocurre durante las jornadas labores, analizar cómo se gestan las desigualdades, qué lugar se ocupa en la escala social y atreverse a denunciar los hechos que pudieran afectar la integridad física, moral y emocional de las personas.

 

En este orden de participaciones, la última ponente fue la licenciada Rosaura Ramírez Zamudio, jefa del Departamento de Casos de Violencia de Género de la Unidad para la Atención y Seguimiento de Denuncias dentro de la UNAM, quien señaló que en una institución tan importante y de tales dimensiones como la UNAM se tiene un Protocolo para la Atención de Casos de Violencia de Género en la UNAM, el cual cuenta con la asistencia técnica por parte de la Oficina de la Abogada General para dar cumplimiento a las políticas institucionales para la prevención, atención, sanción y erradicación de los casos de violencia de género.

El instrumento contiene una serie de directrices para que las quejas por violencia de género se cumplan de acuerdo a los estándares internacionales en la materia, aplicadas en el procedimiento de atención y sanción. Y se da a conocer para que la comunidad sepa las opciones con que cuenta en caso de enfrentarse a una situación riesgosa.

El procedimiento se divide en etapas: la primera es el contacto con la persona afectada para ofrecerle orientación, posteriormente se establecen las medidas de contención más adecuadas y necesarias, luego se realiza la interposición de la queja y se define el procedimiento a seguir, y, por último, si el caso lo amerita se da acompañamiento de la víctima ante el Ministerio Público para levantar la denuncia o querella correspondiente.

La licenciada Ramírez Zamudio enfatizó que en todos los casos que se han atendido la confidencialidad es un factor determinante para la protección, tanto de la víctima como de los testigos. Y al interior de la institución se puede determinar una sanción para el agresor y, en un caso más grave, hasta la expulsión de la UNAM.

En cuanto a los resultados estadísticos, las cifras han arrojado que las mujeres son más propensas a sufrir acoso sexual, agresiones verbales y físicas, tanto en el campus como fuera de él. Desafortunadamente, se han registrado casos en los cuales, aunque exista la queja (que es el instrumento formal), al momento de instrumentar los hechos el agresor los niega y los testigos también, por el temor a sufrir alguna represalia. Por tal motivo, se lanzan campañas para que la comunidad en su conjunto actúe en contra de la violencia, denuncie los actos ilícitos y deposite su confianza en las instancias universitarias con las que se cuenta hoy en día.

La mesa fue moderada por el jefe del Departamento de Biblioteca del Instituto de Investigaciones Bibliotecológicas y de la Información de la UNAM, el pasado 7 de marzo de 2018, en la Sala de Consulta de la Biblioteca Central.

Reseña: María del Rosario Rodríguez León
Fotos: Julio Zetter Leal