Bibl. Univ., Nueva �poca, Vol. III, No. 1, enero - junio del 2000
Consideraciones sobre el ambiente local y global
Estela Morales Campos
Direcci�n General de Asuntos del Personal Acad�mico
Centro Universitario de Investigaciones Bibliotecol�gicas
Universidad Nacional Aut�noma de M�xico
En la actualidad, con la llegada de los medios electr�nicos, los centros proveedores de informaci�n como las bibliotecas se enfrentan a limitaciones y situaciones que dan lugar a nuevos retos. Sin embargo, con una actitud positiva, pueden redundar en beneficios para los usuarios de informaci�n y en formas in�ditas de vida profesional para los bibliotecarios y las bibliotecas.
Entre las situaciones que se viven de manera cotidiana en las bibliotecas, y que con las facilidades de la producci�n de informaci�n electr�nica se hacen m�s evidentes, podemos mencionar:
a) El deterioro y p�rdida de mucha informaci�n, ya sea por el da�o f�sico de la pieza informativa o por no localizarla en el mar de productos de informaci�n que se ofrecen en la red.
b) El incremento exorbitante de precios, tanto de la informaci�n en papel como la electr�nica.
c) Los presupuestos siempre insuficientes, tanto por el incremento de precios como por la demanda insaciable de los usuarios y la aparici�n de nuevos productos.
Ante estas realidades que la electr�nica impone a los servicios bibliotecarios, los profesionales de la informaci�n tienen que llevar a cabo acciones que en el presente o futuro inmediato facilitar�n los obligados convenios de colaboraci�n internacional:
a) Realizar una seria evaluaci�n de la pertinencia de sus colecciones en cuanto a su uso y la demanda cotidiana o espor�dica que se hace de ella; priorizar el uso en cuanto ubicaci�n y acceso, de la colecci�n propia y las vecinas, de las reales y las virtuales.
b) Hacer estudios de colecciones a fin de diferenciar la colecci�n n�cleo de cada biblioteca y las colecciones perif�ricas que podr�n estar ubicadas en las bibliotecas del otro lado de la carretera real o virtual, es decir, en el barrio vecino, en otro pa�s cercano, en una ciudad muy lejana.
c) Diferenciar las colecciones permanentes de las temporales; las que se deber�n preservar local y globalmente, de las que se podr�n desechar.
d) Definir las colecciones accesibles a todos los demandantes y las que tendr�an restricciones; si todo es para todos, o un uso diferenciado por segmentos de la colecci�n.
e) Revisar sus adquisiciones t�tulo por t�tulo, con el enfoque de la informaci�n electr�nica y a la luz de acuerdos y convenios de colaboraci�n con otras bibliotecas de su entorno real o virtual, o incluir nuevas opciones electr�nicas a fin de redistribuir su adquisici�n o cancelaci�n.
Una vez que la biblioteca tiene claras sus potencialidades y limitaciones en cuanto a colecciones y usuarios, es f�cil que llegue a una conclusi�n casi natural en este mundo global, sustentado en las tecnolog�as electr�nicas: necesitamos compartir nuestras colecciones y colaborar con un "sistema global de bibliotecas" real y virtual para poder tener acceso a toda la informaci�n que requieren nuestros usuarios y para revitalizar a la biblioteca como la instituci�n que, con la ayuda de la electr�nica y otras tecnolog�as, se posesiona en el mundo global como la gran oferta de informaci�n organizada, abierta, plural y democr�tica.
Pero no es suficiente desear colaborar y firmar convenios, sino que cada biblioteca tiene que hacer accesible su propia informaci�n a fin de que pueda circular f�cilmente a trav�s de las fronteras geopol�ticas y por todas las carreteras del ciber-espacio.
Al mismo tiempo hay que tomar en cuenta que la colecci�n de cada biblioteca se compone de informaci�n de valor universal y de informaci�n local que en este tr�nsito del siglo XX al XXI adquiere un valor importante y una demanda constante en cuanto a su rescate y promoci�n.
Dentro de los convenios de colaboraci�n, muchos son los aspectos que se requieren atender para facilitar el intercambio de informaci�n y tener acceso a ella; entre ellos podemos citar de manera general:
a) Las normas.- se vuelven un valor de cambio universal, a fin de que la informaci�n local se posesione en el mundo global. Estas normas reflejan la rica intersecci�n de tareas que confluyen en los actuales servicios bibliotecarios, pero tendr�amos que destacar las normas bibliotecarias y las tecnol�gicas que inciden en la organizaci�n y disponibilidad de la informaci�n.
b) Las tecnolog�as.- tendr�n que mirarse desde el punto de vista de su acceso masivo por bibliotecas y por usuarios y de la compatibilidad de sus procesos y sus programas.
c) El personal.- se demandar� m�s especializado, m�s capacitado, interdisciplinario y siempre actualizado.
d) El presupuesto.- su manejo, su obtenci�n y su composici�n, obligadamente tendr� que variar, y se tendr� que pensar en el presupuesto corriente, los fondo externos, las campa�as para fondos especiales, la participaci�n empresarial, a fin de respaldar las acciones de los programas de colaboraci�n.
Merecen atenci�n m�s detallada en esta ocasi�n aspectos como:
1. Las colecciones, que en su paso del siglo XX al XXI, deber�n verse de manera cotidiana en sus dos vertientes: impresas y electr�nicas; y a partir de las colecciones existentes, su universo de usuarios, su men� de servicios y convenios de colaboraci�n. Tales aspectos llevar�n a definiciones acerca de cu�les t�tulos deber�n estar siempre actualizados, cu�les ser�n preservados y cu�les desechados, donados o destruidos por su falta de permanencia; informaci�n que deber� ser almacenada, local o globalmente, para un uso espor�dico.
Dado que la electr�nica ha potenciado las posibilidades de conocer la existencia de mucha informaci�n por m�s personas, es vital para el �xito de la biblioteca y su permanencia como instituci�n eficiente y �til para proporcionar informaci�n pertinente de forma oportuna, espec�fica y libre, poner mucha atenci�n a todos los pasos previos que requiere la informaci�n para estar disponible y facilitar su acceso.
La electr�nica nos ampl�a el universo de los usuarios con o sin convenios de colaboraci�n, las bibliotecas comparten sus usuarios, la electr�nica modifica y estimula un uso m�s intenso de las colecciones y, en consecuencia, su acceso debe planearse con bases de valor universal y tomando en cuenta las caracter�sticas del usuario global.
Si la electr�nica permite localizar f�cilmente cualquier informaci�n en cualquier lugar, en todo momento, tambi�n la electr�nica impulsa de manera obligada el rescate de la informaci�n local; cada biblioteca, cada pa�s con las ayudas electr�nicas deber� establecer programas para que la informaci�n local pueda ser adquirida, organizada y dada a conocer, ya que los usuarios globales buscar�n los sitios proveedores de informaci�n de acuerdo con el valor de sus colecciones y con la facilidad de acceso y uso.
En el desarrollo de las colecciones se tomar�n en cuenta las facilidades electr�nicas y las nuevas formas de trabajo que ellas nos imponen, as� como las restricciones presupuestales; se tendr�n que priorizar l�neas tem�ticas, que llevar�n a determinar las colecciones centrales y las perif�ricas, decisiones que, como consecuencia natural, tendr�n que reforzar convenios de colaboraci�n con otras bibliotecas, mismos que estar�n respaldados con la seguridad de que cada una de las partes tendr� acceso al segmento de la colecci�n que le corresponde.
2. Los servicios, los usuarios y las tecnolog�as.- como siempre, uno depende del otro, pero ahora se deben tomar en cuenta los beneficios que nos ofrecen las telecomunicaciones y las supercarreteras de la informaci�n; en funci�n de esta facilidad y definidos los usuarios personales y los corporativos los propios, los asociados identificados, y los navegantes de la red que se acercan a los servicios de manera libre dise�ar las calidades y cobertura de los servicios.
La presencia real y virtual de los usuarios determinar� la oferta de servicios, de documentos y de informaci�n, en su dise�o, en la definici�n de su cobertura y alcance. El acceso a las tecnolog�as electr�nicas y a las telecomunicaciones, el flujo de informaci�n y documentos, su distribuci�n y transmisi�n ser�n b�sicos para definir el men� de servicios que se ofrecer�n a los usuarios propios y a los asociados a la red mediante convenios de colaboraci�n o contratos, m�s los visitantes libres e inesperados.
En la vida actual, las redes de informaci�n y las telecomunicaciones se vuelven insumos b�sicos de las actividades que conlleva el desarrollo, y hoy d�a, parte fundamental de los convenios de colaboraci�n. Las redes locales y las internacionales adquieren gran importancia tanto para transmitir como para recibir informaci�n, Internet e Internet 2 ser�n parte del todo que la innovaci�n tecnol�gica nos ofrecer� cada nuevo d�a, e insumo b�sico en la oferta de servicios de informaci�n.
3. La colaboraci�n internacional.- no s�lo se construye con buenos deseos, hay responsabilidades, compromisos y sanciones. En la colaboraci�n, compartimos lo que tenemos y adem�s tenemos que invertir esfuerzo y presupuesto a cambio de optimizar el servicio a los usuarios, mejorar su cobertura, cantidad y calidad en servicios. Son elementos importantes usuarios servidos, colecci�n e informaci�n ofrecida.
En la era de la informaci�n electr�nica la colaboraci�n pasa de un siglo XX en el que el mundo y los servicios de informaci�n funcionaban de manera parcelada con fronteras definidas a un siglo XXI en que se diluyen y difuminan esas l�neas geopol�ticas y todos se comunican con todos: la biblioteca deja su pretensi�n de tener todo de todo para s�lo aspirar a poseer lo m�s relevante, sobre l�neas de acci�n espec�ficas a partir de esfuerzos locales y convenios de colaboraci�n con los que se obtiene un sitio global que aporta beneficios a la biblioteca para resolver las necesidades de informaci�n de sus usuarios.
Bibliograf�a
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UNAM. Direcci�n General de Bibliotecas
Ciudad Universitaria
M�xico, D. F.