La
nueva Biblioteca del Instituto de Física de la UNAM
Cecilia
Haupt
Dirección
General de Bibliotecas
El pasado martes 10
de julio se inauguró la nueva biblioteca del Instituto de Física de la UNAM.
Culminó así un
trabajo de gran rnagnitud, que se había iniciado 18 meses antes.
Durante la ceremonia de inauguración, el Dr. José Sarukhán, rector de la UNAM, señaló en su discurso: “Si nuestro interés es consolidar y darle su debido lugar a la educación superior pública del país, el proyecto más relevante que debe discutirse es el que tiene que ver de manera fundamental, con el mejoramiento de los aspectos cotidianos del quehacer académico.
Por su parte el doctor Miguel José Yacamán, director del Instituto se refirió a lo siguiente: “En México es posible realizar ciencia y obtener apoyos para su infraestructura; con esto, pese a las carencias y a las limitaciones, puede desarrollarse. La UNAM es la universidad pública de mayor trascendencia en el país y hasta ahora es la única que realmente puede contribuir a la construcción de la ciencia y la tecnología nacionales. En este marco, la biblioteca del Instituto de Física es un ejemplo del tipo de infraestructura que requiere la investigación científica nacional .
A
su vez el ingeniero Gilberto Borja Navarrete, presidente del Patronato para la
Construcción de la Biblioteca del Instituto de
Física, expresó: "La Universidad es responsabilidad de todos,
hayamos o no pasado por sus aulas, porque es ahí donde se forma la inteligencia
de la Nación. Servirla desde dentro corresponde a autoridades, maestros, investigadores y alumnos; servirla
desde fuera es compromiso y privilegio de todos
los mexicanos”.
Con el fin de
conocer los antecedentes y etapas
de desarrollo del proyecto, que como ya dije, culminó en la inauguración del
10 de julio, BIBLIOTECA UNIVERSITARIA, realizó una
entrevista a la maestra Catalina Naumis P. Jefe de la Biblioteca.
Entrevista a la Mtra. Catalina Naumis P.
Jefa de la Biblioteca del Instituto de Física de la UNAM.
Pregunta: ¿Cuáles
eran las condiciones de la
biblioteca del Instituto?
Teníamos 250 m2 en el edificio
principal del Instituto, en el 2o. piso y 100 m2 en la Unidad de
Bibliotecas de la Investigación Científica; totalizábamos aproximadamente 350
m2 aprovechando hasta los espacios debajo de las ventanas.
Esta falta de espacio nos obligaba a distribuir
las colecciones de revistas en tres órdenes; un ordenamiento era de las
revistas en la hemeroteca, (le llamábamos así al local de la Unidad de
Bibliotecas), otro era el de las colecciones que se encontraba, dentro del
Instituto, y un tercero correspondía a los que últimos números de las
revistas que se encontraban en el primer
ordenamiento mencionado.
Había otros
problemas, además de la dificultad en la localización de los materiales para
el personal y los usuarios; por ejemplo, el traslado de un local a otro, y la
imposibilidad de acomodar ni un material más en ninguno de los dos locales.
Además del
problema de espacio, en el temblor del 85 se vio que la estructura del edificio
estaba muy cargada, por el 2o. piso que ocupaba.
Se advirtió la necesidad de bajar la biblioteca de ese lugar, pero las
plantas anteriores del edificio están ocupadas por laboratorios intercalados
con cubículos y realmente no era posible alterar esta distribución y deshacer
laboratorios.
Pregunta: ¿Cuántos usuarios atendían, y de qué características?
Los
usuarios eran externos e internos, aproximadamente en el último año teníamos
un promedio de entre 95 y 100. Era
un promedio muy alto considerando la pequeñez del local.
En general, el usuario no se quedaba en la biblioteca.
El usuario científico
acostumbra llegar, consultar, copias e irse o llevarse los libros; porque también
tienen préstamo de libros a domicilio. No es un usuario que permanezca mucho
tiempo en la biblioteca, además ésta tampoco ofrecía otra posibilidad, por el
ruido ambiente que había, y por la gran circulación de usuarios.
Pregunta: ¿Cuándo se toma la decisión de construir otra biblioteca?
Lo primero que se
hizo fue pensar en otras posibilidades, otras alternativas sin hacer un nuevo
edificio; se pensaba que eran épocas muy difíciles para poder construir. Como
ya dije, esta necesidad surgió en el 85, después del temblor.
Una biblioteca es
'peso muerto', carga mucho las estructuras, es peso permanente. En
este caso estaba muy cargado de un lado, mientras que las otras alas del segundo
piso estaban ocupadas por cubículos, lo cual desbalanceaba el edificio.
En un principio se
pensó ubicar la biblioteca en un laboratorio que estaba desocupado en otro
edificio aparte, porque al empezar a construirse un acelerador de partículas
verticales, el horizontal quedaba en desuso.
Es un edificio grande cuya planta tiene como 400-450 m2 y es
muy alto.
Se
proyectaba hacer un mezanine, pero tenía muchos inconvenientes. Las
paredes eran del espesor de un metro, había muchas estructuras metálicas a la
vista, que correspondían a su uso como laboratorio, los pisos no eran
continuos; implicaba un costo altísimo pensar en adaptar la biblioteca en ese
local.
Luego de hacer un
análisis de costos y de posibilidades de instalación modificando el
laboratorio, se vio que realmente no era adecuado; incluso se hablaba de muchas
circunstancias que podían afectar, como por ejemplo: filtración de rayos,
falta de ventilación y luz natural, cuestiones que no son ideales para el
trabajo de la biblioteca. A los costados había laboratorios nucleares y la
biblioteca quedaría como encerrada, tendría únicamente posibilidades, con
mucho costo, de tener ventanas al este y al oeste; pero no recogería ni la luz
del norte, muy pareja y adecuada para bibliotecas, ni el calor de la luz del
sur. No era realmente un edificio
apropiado. Incluso la Dirección General de Obras opinó que no era conveniente
instalar la biblioteca en ese lugar.
Se hizo el estudio
y de hecho fue la alternativa más viable, en el 86, que fue el año que se
trabajó en esto, y no había otro lugar dentro del Instituto que se pudiera
utilizar.
Se discutió en el Instituto y cuando se terminó
el acelerador de partículas, ya empezaba a madurar la idea de hacer un edificio
nuevo.
El problema era dónde
ubicar el edificio, y cómo conseguir
el dinero para construirlo.
El director (Dr.
Miguel José Yacamán) desde que comenzó su gestión siempre había hecho mucho
hincapié en el acceso a la información y en el apoyo a la biblioteca, por eso
la biblioteca seguía creciendo, de tal manera que ya era urgente solucionar el
cambio.
Cuando se entregó
el edificio del acelerador, el director
José Yacamán, junto con otros investigadores de la institución, entre los
cuales se encontraba el Ing. Marcos Mazari, se pensó que como se había hecho
con contribuciones de la industria, también el edificio de la biblioteca podría
hacerse si se contaba con este apoyo.
En el momento en que se les estaba agradeciendo
a la ICA y al Ing. Gilberto Borja, Presidente de la misma, la donación del
edificio del acelerador, se les invitó para que colaboraran en la construcción de la biblioteca. Aquí participó
una investigadora, muy querida en la comunidad, que lamentablemente falleció,
la física Alejandra Jaidar, cuyo nombre lleva actualmente el auditorio de la
biblioteca. Fue ella la que tiró la primera piedra en esa reunión;
“necesitamos un edificio para la biblioteca, pueden colaborar con
nosotros?", y en ese mismo momento, así en caliente, los llevó a ver el
antiguo local de la biblioteca. Nos
había hablado en la mañana, y había pedido que hiciéramos mediciones, para
explicar al Ing. Borja la realidad
de nuestra biblioteca, y así entendiera el problema. Después de la comida
nosotros estábamos aún midiendo y calculando y en esos menesteres nos
hallaron.
El ingeniero
Gilberto Borja, Director de ICA, una de las compañías más fuertes de ingeniería
(Ingenieros Civiles Asociados) junto con el director del Instituto, el Dr.
Miguel José Yacamán, decidieron integrar un patronato para conseguir el
dinero, ya que la ICA, si bien había hecho la donación para el acelerador, en
ese momento no estaba en condiciones de donar otro edificio completo al
Instituto.
Se
estableció un patronato, que estaba integrado por: el Ing. Gilberto Borja, como
presidente, el contador público Luis G. Cárcoba, presidente de CONCAMIN, el
Dr. Ernesto Marcos, Subdirector de finanzas de PEMEX, el físico Sergio Reyes
Luján, subsecretario de ecología de SEDUE, el Dr. Miguel José Yacamán
director del IFUNAM, y el Ingeniero Jorge Arganiz Díaz Leal.
La UNAM también
colaboró, se hizo una comida, se invitaron a industriales, a gente del ámbito
científico y cultural a participar en este proyecto.
Ya para ese entonces había un proyecto concreto, se contrató un
arquitecto, un maestro de la UNAM, el Arquitecto Felipe Leal, y se comenzó a
trabajar.
Se formó una
comisión que integrábamos, la Dra. Ana Ma. Cetto, investigadora del Instituto,
que representaba a los investigadores y al director, en la parte técnica el
Arquitecto Leal y yo por parte de la biblioteca.
Realizábamos
reuniones, cada uno le daba sus ideas al arquitecto, se le explicaba lo que se
pretendía desde el punto de vista del bibliotecario y desde el punto de vista
de la comunidad. Fueron bastantes reuniones para que el arquitecto se fuera
interiorizando del espíritu, de lo que pretendíamos, de lo que esperábamos
del edificio de la biblioteca para la institución. Se hicieron visitas a
edificios de bibliotecas en México D.F. y la Dra. Cetto aprovechó un viaje a
Europa para visitar bibliotecas especializadas en el área y consultar a los
bibliotecarios. Paralelamente se comenzaron a hacer estudios de la biblioteca
actual: estadísticas, mediciones, estudios de los servicios que se requerían,
la ampliación de éstos, y qué era lo que se buscaba al hacer un nuevo
edificio. Se empezó a ver que no
era un nuevo edificio lo que quería la comunidad sino que era un nuevo proyecto
integral de biblioteca.
Se hicieron además
reuniones con los investigadores para presentarles el proyecto y conocer sus
opiniones. A raíz de estas surgió otro proyecto muy interesante desde el punto
de vista estético, pero que no reflejaba las necesidades bibliotecarias y de la
comunidad.
Se pidió apoyo al
CONACYT para una especie de caja chica para gastos devengados por apoyos
especiales. Se consultó al Lic.
Ario Garza Mercado, al CUIB, a la Dirección General de Bibliotecas y al CICH,
en relación a los dos proyectos.
Adicionalmente se
estaba haciendo el estudio de quiénes
podrían ayudarnos, y a quiénes se iba a invitar a una reunión en la que se
presentaría el proyecto y la maqueta. El
Instituto tiene un programa de integración con la industria, algunas de las
cuales ofrecían posibilidades de colaboración, y se trató de aprovechar esta
circunstancia.
En esa comida, que
fue presidida por el Dr. Jorge Carpizo, quien era rector en ese momento,
surgieron los primeros donativos, entre ellos el de 400 millones de pesos del
equipo PUMAS de la Universidad; la Hewlett Packard donó el equipo que tenemos
actualmente, una minicomputadora 3000 con 8 terminales e impresora, etc.
Posteriormente se
comenzó el edificio; la estructura fue muy costosa, porque el edificio está
enclavado en una barranca y había mucha piedra volcánica; ello implicó romper
mucha piedra, pero se trató de respetar al máximo el ambiente natural del
terreno, la vegetación, los árboles que en ella se encontraban, y el pirul que
luce en la plaza de entrada.
La primera piedra
la puso el Dr. José Sarukhán, Rector de la UNAM, el 27 de enero de 1989, con
la presencia de autoridades de la UNAM y donadores de los fondos para la
construcción. Por supuesto que a
medida que se iba trabajando en el terreno se tuvieron que ir haciendo
adaptaciones al proyecto.
Lamentablemente ya
no estaba con nosotros el arquitecto Leal, que fue contratado únicamente para
la primera fase del proyecto y hubo que tomar decisiones que quizás rompieron
un poco con el esquema que se había marcado en principio; por ejemplo, se nota
mucho la diferencia en el diseño de la fachada, donde hubo algunos cambios. De
cualquier manera la idea general del proyecto se mantuvo, y se agrandaron
algunas ventanas que mejoraron la integración con el paisaje.
Pregunta: ¿Ahora que ya está terminado el edificio, qué tanto responde a las expectativas originales, a las
aportaciones que hicieron los investigadores, y cuál va a ser el desarrollo de
las colecciones?
Yo creo que las expectativas están ampliamente
satisfechas. Cuando se iba construyendo el edificio
y se veía de afuera,
parecía un poco cerrado y en
general lo que se pedía
mucho, era que el espacio interno
y el externo mantuvieran cierta
continuidad, y hubiera mucha integración del edificio con el paisaje; algunos
miembros del personal académico dudaban, que la iluminación natural fuera
suficiente. Les explicábamos que
desde el punto de vista bibliotecario la iluminación debe ser controlada, no
debe entrar a raudales, no debe haber reflejos ni destellos en ninguna parte,
sino que debe ser tranquila, no interferir ni molestar la lectura.
La luz artificial se programó muy intensa, perpendicular a las estanterías
para evitar reflejos inadecuados en la lectura de los lomos de libros y
revistas.
Se esperaba que la
temperatura fuera más bien alta. Algunas partes del edificio del Instituto,
quizá por estar en esta zona de piedra volcánica, son muy frías; por lo cual,
querían que la biblioteca fuera cálida. Otra
expectativa era que no fuera ruidosa, porque el problema que padecían en el
antiguo local era el ruido de fondo de las máquinas de escribir, las
conversaciones del personal trabajador, la fotocopiadora, y la entrada y salida
de gente.
No es fácil
transmitir la seguridad de estos aspectos resueltos en el proyecto; para muchos
fue una sorpresa cuando entraron al edificio y se encontraron con que sí había
suficientes ventanas, suficiente integración al espacio exterior, y sin embargo
teniendo buena iluminación y agradables paisajes alrededor, no tenían
molestias de ningún tipo en materia de luz natural o artificial.
Además, no es un
edificio espectacular, no es un edificio que llame la atención por su
grandiosidad, sino que es confortable y agradable al entrar, y esa es la idea
que perseguía la comunidad de lo que debía ser su biblioteca.
Ofrece
fundamentalmente un ambiente agradable de estudio, es un edificio amable, que
invita a entrar; se siente el ambiente de trabajo, cálido, cómodo en todos los
aspectos; además aunque la temperatura es buena, hay lugares que son un poco más
frescos y otros un poco más cálidos. Aunque
la luz es buena en todas partes, hay lugares con luz natural intensa y otros con
menos (la luz artificial es igual en cualquier parte del local) es decir hay
opciones de estudiar con diferentes iluminaciones naturales y temperaturas
dentro del rango de lo oportuno.
En cuanto a las
características generales que se pretendían con el edificio, éstas fueron
cubiertas; satisface necesidades previstas para un lapso de entre 12 y 20 años;
se halla en la inmediata vecindad del edificio principal del Instituto,
contempla la posibilidad de ampliaciones futuras, constituye un conjunto armónico
con los edificios ya existentes.
Estuvo pensado
desde un principio como un centro cultural académico; incorpora un auditorio,
una cafetería, una sala de exposiciones, que se complementan con la biblioteca,
sin perturbar su tranquilidad.
No se pensó únicamente
en un edificio sino que se elaboró un proyecto integral por lo cual se trató
de hacer algo sumamente flexible, no solamente desde el punto de vista arquitectónico,
de manejo de espacios, sino en materia de incorporación de tecnologías; está
abierto para incorporar todo lo nuevo que vaya apareciendo, lo que hay y lo que
aparezca.
En cuanto a los
recursos técnicos previstos, se pensó fundamentalmente en la incorporación de
teleproceso para información, expansión de programoteca y videoteca,
automatización de todas las transacciones de la biblioteca.
Anteriormente se había tratado de automatizar, se hicieron todo tipo de
pruebas y de implementación de programas, pero la falta de espacio no permitía
realizar, por ejemplo, un inventario adecuado, y como sabemos ésta es la base
de cualquier proceso, de cualquier otro proyecto.
En relación al
desarrollo de infraestructura, junto con la construcción del edificio, se
trabajó en el enriquecimiento del acervo, la adquisición de mobiliario y
equipo, y la instalación de las facilidades para fotocopiado.
En el
enriquecimiento del acervo se ha avanzado lentamente porque hasta el traslado al
nuevo edificio no era posible hacer adquisiciones masivas, al no haber espacio
para integrarlas.
Hay una preocupación
de la comunidad porque la colección de libros de física sea de 25 mil
diferentes títulos; esa es la proporción media que se observó en las
bibliotecas completas del área, a nivel internacional y se pretende alcanzar
esa cantidad, tomándola como mínima para el desarrollo de nuestra colección.
Actualmente
contamos con 14,000 volúmenes.
La ampliación del
mobiliario y el equipamiento está a la vista, se aprovechó todo el mobiliario
que existía, se le dio mantenimiento, se cambió el color para uniformar. En las estanterías de madera que guardan los libros, se
cambió el chapeado de formaica, por encino que es el color de casi todas las
maderas de la nueva biblioteca y se compró una estantería más liviana y más
adecuada para las revistas, que es material mucho más activo. Se pretendía que esto se reflejara en el mobiliario en el
que se iba a ubicar. La sillería,
los escritorios del personal, las mesas de trabajo, los sofás, etc. es
mobiliario nuevo, escogido cuidadosamente.
En cuanto a equipo,
todavía no hay una expansión en el aspecto de las máquinas para fotocopiado;
seguimos contando con una sola fotocopiadora, pero ya tenemos prevista una
fotocopiadora de autoservicio en la planta alta. El
equipo del auditorio es de lo más moderno que hay en el mercado.
Tenemos una Hewlett Packard con 8 terminales e impresora, una
microcomputadora conectada con modem a la Dirección General de Bibliotecas, y
lector de disco compacto.
La Biblioteca está
dividida en dos plantas de acuerdo a las necesidades de la comunidad; la colección
es de acceso abierto para personal académico y estudiantes del Instituto, y de
acceso cerrado para los usuarios externos.
Sobre el desarrollo
de nuestra metodología operacional, se piensa mejorar el sistema de control de
préstamo con base en la realización del inventario, y con la utilización del
Sistema CIRCULA y un equipo que donará la Dirección General de Bibliotecas.
Cuando el usuario ingresa, se le informa en qué planta del edificio puede
ubicarse, y su estado como usuario; por ejemplo al usuario interno se le revisa
si tiene préstamos vencidos o llegó al tope de préstamo de acuerdo a su
condición.
El diseño que
tiene la biblioteca permite mayor control, mayor seguridad.
Los investigadores no quieren sentirse controlados, no quieren llenar
boletas ni estadísticas, es necesario pensar en la mentalidad de esta gente. A
veces cuando llegan a la biblioteca están concentrados en un problema, y
cualquier alteración los saca del proceso mental que están tratando de
resolver. Ellos quieren entrar a la
biblioteca y continuar con su línea de pensamiento, y buscar la solución
dentro de las instalaciones sin que se les interrumpa.
Para el diseño del
edificio y el proyecto de biblioteca, que hicimos en el año de 1987, para
conocer el comportamiento de los investigadores dentro de la biblioteca, teníamos
que contar lo que había para intercalar. Todas
las mañanas contábamos cuántos libros y revistas había en los carritos, y
ese fue nuestro modo de saber el movimiento que tenía la colección; porque no
aceptaron llenar boletas en el departamento de fotocopiado. (Ahí anotan su
nombre y la numeración de las páginas que requieren en pequeños papelitos de
diferentes tamaños y difíciles de contabilizar).
La única manera
que tuvimos de controlar la entrada de gente, era con un conteo que realizaba el
personal de la biblioteca. Marcábamos un palito por cada persona que ingresaba
dentro de las áreas que habíamos separado en la forma que íbamos llenando; señalando
si eran investigadores, estudiantes o externos.
Actualmente lo que se pretende es poder llevar mejores estadísticas, a
través de controles que no signifiquen
molestias ni distracción para
los miembros de la
comunidad.
Respecto
al desarrollo de recursos humanos se va a tratar de perfeccionar el personal
existente. Hay poco personal, pero
de muy alta calidad. la política de la institución es que no se incorpore
personal que no tenga título profesional; en el área de la física se les
exige que tengan doctorado, en el área de bibliotecología que tengan
licenciatura, y no se contrata personal para la biblioteca que no sea del área
de bibliotecología.
Estamos tratando de
incorporar nuevo personal; se ha pensado que sean estudiantes del Colegio, que
hagan sus tesis relacionadas con el área, que puedan servir además para
investigación documental de la Institución, y formar una especie de centro
académico en el área de bibliotecología.