*Las nuevas pedagogías están creando oportunidades para que las bibliotecas conecten directamente al currículo del estudiante.

*Las tecnologías de información y comunicación juegan un papel importante en la formación ciudadana, al estar los ciudadanos informados y capacitados para asumir un papel activo en la sociedad democrática.

Los videos de esta actividad se encuentran disponibles en:

Sesión 1. https://youtu.be/CfIxe-NdHIo

Sesión 2. https://youtu.be/NoCbX_ewvC4

Sesión 3. https://youtu.be/mLbFgxGaLxY

Sesión 4. https://youtu.be/glP2fX7zEAU

“A lo largo de muchos siglos en los espacios bibliotecarios se han formado muchos ciudadanos, ello ha propiciado que actualmente la profesión bibliotecaria se oriente a la formación de usuarios lectores; de hecho, si nos remontamos a la historia se sabe que la Biblioteca de Alejandría era considerada como un espacio de formación, de investigación, de creación, de descubrimiento, y ahí se aprendía a usar los recursos de información. Es por eso, que una de las cosas que más promueven las bibliotecas es que los estudiantes puedan usar y aprovechar todos los recursos contenidos en ellas.” Con estas palabras, la directora general de Bibliotecas y Servicios Digitales de Información (DGBSDI), doctora Elsa Margarita Ramírez Leyva, presentó los trabajos del IV Foro virtual “La Alfabetización Informativa: Estrategias e Innovación en Bibliotecas para una Nueva Ciudadanía Global”.

La primera ronda de participantes fue moderada por el doctor Antonio Sánchez Pereyra, funcionario de la DGBSDI, y uno de los organizadores del Foro. De esta forma, para llevar un orden estructurado del Foro, la doctora Alison Hicks de la University College London en Reino Unido, se presentó con el tema “Be kind”: interrogando a la alfabetización informacional, destacando en su presentación que se debe ser amable con los alumnos para ayudarlos a adquirir conocimientos básicos de información, pues en esta pandemia de la COVID-19 han tenido que luchar contra el estrés emocional que les ha causado las nuevas formas de instrucción, las nuevas formas de aprendizaje y la abundancia de información.

Alison Hicks aclaró que por mucho tiempo se creyó que los modelos y estándares de la Alfabetización Informacional (ALFIN) eran amables con todos los estudiantes universitarios, pero a medida que las investigaciones de los docentes y los bibliotecarios avanzaron se dieron cuenta que este programa se había inclinado hacia el estudiante tradicional, perteneciente a un grupo homogéneo, y por otro lado se había marginado a los estudiantes no tradicionales, es decir a los que procedían de otras universidades, o de una clase social más baja, mejor dicho, a los alumnos que no se ajustaban a un estereotipo tradicional de un estudiante de clase media. “Se argumentó que no habían desarrollado las habilidades apropiadas, ni un pensamiento crítico, debido a su cultura, raza, origen étnico y clase social.”

Más tarde surgieron nuevos modelos de Alfabetización Informacional como el de la Association of College and Research Libraries (ACRL), y otros más que reconocían los aspectos afectivos y emocionales del aprendizaje y preparaban a los alumnos para hacer frente a los entornos de información más complejos. “Pero en un análisis que realicé junto con un colega nos dimos cuenta que también había fallas en los modelos más recientes de algunos países; de igual forma analizamos los prefacios de varios libros y en ambos análisis pudimos apreciar que se seguía considerando a los estudiantes como pasivos y acríticos, lo que nos hizo cuestionar el concepto de empoderamiento, considerado como una cuestión central en la ALFIN.”

La doctora Alison Hicks siguió resaltando el aspecto de la amabilidad en la educación, para lo cual se deben considerar las formas en el aprendizaje activo, pues éste se refiere a un tipo de enseñanza donde el docente trata de implicar a los estudiantes de manera directa en el propio proceso de adquisición del conocimiento. “Resultando ser una de las formas de instrucción más populares en las clases de la ALFIN. Fue una forma de promover el éxito, mejorar la motivación, aumentar la comprensión y otorgar a los alumnos el control de la responsabilidad de su aprendizaje”.

En este intercambio de ideas, el doctor Julio Alonso Arévalo de la Universidad de Salamanca, en España, enfocó su participación “La biblioteca como socio colaborativo de su universidad en el contexto del siglo XXI” a hablar del papel que juega la biblioteca como ente transformador para el uso de la tecnología, a propósito de la crisis causada por la pandemia, pero vista desde otro enfoque, como una oportunidad para que la biblioteca proporcione mejores y renovados servicios.

Al abundar un poco más, dijo que la biblioteca ha cambiado de un modelo transaccional a uno relacional, es decir, se ha convertido en un espacio social donde se acude a realizar tareas de formación, y donde el recurso de primer orden es el aprendizaje, factor clave para la concepción de la biblioteca del siglo XXI.

“Es así como podemos decir que la alfabetización digital está en el corazón de este tipo de biblioteca, es lo que genera confianza en las personas y fomenta un mayor tejido social. En este sentido, los profesionales de las bibliotecas han tenido que cambiar sus responsabilidades y habilidades para que puedan ser vistos como asesores de confianza. Pero la confianza crece cuando se construyen relaciones con los usuarios a través del aprendizaje”.

Visto de otra forma, dijo que una biblioteca modelo enmarcada en la sociedad del conocimiento tiene dos servicios principales: ser un soporte para sus comunidades y proporcionar espacios físicos de encuentro de aprendizaje y de trabajo conjunto. Es la forma en la que aporta valor a la universidad, al profesorado y a los estudiantes. “Las nuevas pedagogías están creando oportunidades para que las bibliotecas conecten directamente al currículo del estudiante, tienden a ser un puente entre la clase y la carrera futura del alumno”.

En este contexto, el doctor Julio Alonso enmarcó al bibliotecario de enlace como un socio colaborativo en la enseñanza, específicamente en la planificación, en la asistencia técnica y en el apoyo de la ALFIN en el aula. También, se le ve como un promotor de los medios digitales, la comunicación científica y la promoción de la biblioteca a través de las redes sociales, entre otras funciones enmarcadas en el denominado ecosistema digital.

En la segunda sesión del Foro se contó con la moderación de la doctora Celia Mireles Cárdenas, quien procedió a presentar el trabajo de la doctora Anne Barnhart de la University of West Georgia, en Estados Unidos: “¿Cómo lo hacemos desde la casa? Estrategias para enseñar alfabetización informativa en tiempos de COVID”, donde mostró las herramientas desarrolladas en otras instituciones pero que adaptó en colaboración con su equipo de trabajo para apoyar a su comunidad universitaria durante estos tiempos de confinamiento.

Dijo que otra tarea fundamental para la biblioteca consistió en brindar apoyo a distancia a los estudiantes para que continuaran realizando sus investigaciones, pero con ciertas limitantes pues entre la comunidad universitaria se cuenta con alumnos que hablan español y la colección de la biblioteca no cuenta con el acervo suficiente para cubrir sus demandas de información.

Señaló que al inicio de la pandemia se atendía de forma personalizada a los usuarios para saber buscar en el catálogo y en las bases de datos, pero luego resultó ser una actividad muy abrumadora con una gran cantidad de preguntas por contestar, y resolvieron el problema a través de la grabación de un único video que posteriormente fue montado en Youtube y luego compartieron el enlace a todos los estudiantes.

Ello contribuyó a solucionar una parte del problema porque, según Anne Barnhart, para los conceptos más generales y los estudiantes más didácticos ya se contaba con una herramienta que no se había promovido anteriormente denominada Library DIY, la cual consiste en una serie de preguntas frecuentes sobre cómo se debe investigar, apoyados en algunos tutoriales de autoservicio creados por otra institución universitaria que ha permitido que los puedan usar más instituciones.

“Nuestra versión consiste en 70 preguntas, con ejemplos locales de nuestra universidad apoyados con captura de pantalla donde se muestra el catálogo, pero también se puede añadir videos: por ejemplo, si los estudiantes van a investigar algo se pueden visualizar más categorías y preguntas relativas a la elección del tema, qué tipos de fuentes se deben consultar y cómo encontrarlas. No se trata de una experiencia guiada, pues van explorando por sí mismos en la herramienta”.

También se trabajó en un proyecto denominado LibraryDen para apoyar a los profesores en la creación de contenido digital, para que puedan impartir sus clases en línea. Asimismo, tiene pensado trabajar él un curso Check, Please!, el cual permitirá compartir y hacer preguntas de reflexión para ayudar a los estudiantes a pensar y evaluar la información que consultan, finalizó la conferencista.

La siguiente participación estuvo a cargo de la doctora Berenice Mears Delgado de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, en México, titulada “Perspectivas de la Alfabetización Informacional como agente de desarrollo en las capacidades informativa, digital y de comunicación”. Al respecto, indicó que se trata de orientar a los estudiantes para que aprendan de una forma activa en su comunidad escolar, particularmente para que participen dentro de una comunidad democrática, mediante el desarrollo de un conjunto de herramientas que les garanticen su participación activa en los roles y en las responsabilidades que se tienen: ambas actividades serían una especie de ecuación para poder desarrollar competencias ciudadanas.

Aclaró que en términos generales las competencias ciudadanas son un conjunto de conocimientos, actitudes y habilidades (cognitivas y comunicativas) que buscan que el ciudadano democrático en formación actúe de manera constructiva y justa en la sociedad.

Dichas competencias caracterizan al ciudadano de nuestro actual siglo veintiuno, “estamos viviendo simultáneamente en dos escenarios: el de la interacción social y cultural y el representado por las experiencias virtuales, las cuales se pueden dar a través de una variedad de canales y tecnologías de información”.

Pero, se pretende que el ciudadano vaya más allá de estos escenarios y de la propia ALFIN, y se empodere a través de la Alfabetización Mediática e Informacional (MIL por su siglas en inglés), comprendida como requisito necesario para que los ciudadanos puedan conocer las funciones de los medios de comunicación y de información, y evaluar críticamente los contenidos a partir de la adquisición de habilidades que les permitan buscar información en distintos tipos de medios, organizarla, evaluarla y usarla de manera ética, añadió.

En este sentido, las tecnologías de información y comunicación juegan un papel importante en la formación ciudadana, al estar los ciudadanos informados y capacitados para asumir un papel activo en la sociedad democrática. En el caso concreto de los alumnos, se requiere que también desarrollen habilidades de indagación y comunicación para que se puedan fortalecer sus capacidades de observación, sistematización de datos y planteamiento de hipótesis para que puedan desarrollar un pensamiento crítico, aplicado a la resolución de problemas, concluyó.

Para el cierre de esta sesión se contó con la presencia del doctor José de Jesús Cortés Vera, también de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, en México, quien en su presentación: “Promoviendo actividades de ALFIN que impacten competencias ciudadanas relacionadas, a través de su inclusión en el currículo universitario. Una aproximación”, se avocó a proponer una serie de acciones relacionadas con la ALFIN en colaboración con las bibliotecas, para que se pueda fomentar la ciudanía a través de dicha alfabetización, que como ya se mencionó, de acuerdo con la  definición de la ACRL, son un conjunto de competencias integradas que abarcan el descubrimiento reflexivo de la información, la comprensión del entorno de cómo se produce y su uso para la creación de nuevo conocimiento.

Detalló que él y sus colegas de trabajo realizaron un estudio en dos programas de esa universidad: uno en humanidades y el otro en ciencias sociales, pues en sus diseños curriculares están contenidas las competencias informacionales, a las cuales les dieron seguimiento. De igual modo, se trabajó en las competencias de pensamiento crítico y de lectura.

Para contextualizar el estudio se determinó que los estudiantes han adquirido mayor responsabilidad en la creación de nuevo conocimiento y en el uso ético de la información. “No sólo consumen información, van más allá en su creación y divulgación; además comparten los datos y el saber científico”.

Jesús Cortés advirtió que para el logro de lo anterior se requirió un mayor compromiso por parte de los docentes en lo relativo al diseño curricular y los proyectos vinculados a esta temática. A los bibliotecarios se les pidió que se involucraran más en la creación de nuevos planes de estudio adheridos a la ALFIN. Y aprovechando sus capacidades, podrían generar una serie de productos y servicios informacionales para que los puedan utilizar los docentes en la cobertura de algunos temas pertinentes para sus materias.

Enseguida tocó el turno de los participantes de la tercera sesión, la cual fue modera por el maestro Federico Turnbull Muñoz, quien después de leer sus cartas curriculares le cedió la palabra al doctor José Antonio Merlo Vega, de la Universidad de Salamanca, en España, para que desarrollara su tema “Servicios bibliotecarios en época de pandemia: propuestas para bibliotecas útiles”. Al respecto dijo que su concepción sobre la biblioteca está basada en funciones primordiales: trabaja para una comunidad, está basada en una profesión, presta servicios y trabaja desde una institución. De ellas se desprenden cuatro ejes: la participación de la comunidad, los servicios bibliotecarios, su misión dentro de la institución a la que pertenece y conseguir que sea un tercer lugar para la comunidad.

Este último punto dijo, es considerado como un servicio relevante para la biblioteca porque pretende conseguir el desarrollo de las personas. A partir de esto, hay que preguntarse ¿qué está haciendo la biblioteca? en estos críticos momentos causados por la pandemia, porque no se puede acceder a sus instalaciones. Una posible respuesta no dudaría en asegurar que se está trabajando en espacios virtuales de orientación, información, formación y consulta remota, pero no es suficiente porque no se tiene la certeza de haber cubierto satisfactoriamente con todas las necesidades de información de los usuarios, “de continuar siendo realmente útiles”.

Ante esta reflexión, el doctor Merlo Vega indicó que se debe recurrir a la imaginación para encontrar las posibles soluciones. En primer lugar, se podría hablar de una biblioteca amable que pueda entender a los usuarios; resolutiva y tecnológica, porque por el momento es la única forma de mantener “abierta” a la biblioteca, aunque sus puertas estén cerradas. “Se podría hablar de una especie de transformación conservadora, porque se ha transformado todo a lo digital, pero se ha conservado la esencia y la identidad de la biblioteca”.

Después tocó el turno del doctor Francisco José García-Peñalvo, también de la Universidad de Salamanca, en España, quien presentó un trabajo titulado “Estrategias eLearning para enfrentarse a los retos educativos de la pandemia de la COVID-19”. Al respecto señaló que antes de la pandemia se pensaba que se tenían unas competencias digitales muy desarrolladas, pero al vivir esta complicada situación sanitaria, prácticamente de la noche a la mañana, se tuvieron que cambiar los contenidos educativos a lo digital y realmente no todos los profesores contaban con las habilidades necesarias para poder hacer frente a la situación, “¿cómo cambiar el motor en pleno vuelo?”.

Otra situación crítica fue la relativa a la evaluación, pues al tener que realizarla en línea ningún actor quedó satisfecho con ello, ni estudiantes, ni profesores, ni las autoridades, pero no había otro mecanismo. En esto se debe centrar la atención para el próximo ciclo, puntualizó.

Entre las posibles soluciones, indicó que para lograr que la comunidad universitaria se adapte al nuevo esquema se debe contar con recursos tecnológicos estratégicos, por ejemplo: enlazar los repositorios con las bibliotecas para crear nuevos lugares de colocación de la información que se vaya generando; la apertura de diversas páginas web; la utilización de las redes sociales; el almacenamiento de información ilimitada en la nube para toda la comunidad; la continuidad de las videoconferencias y guías de recomendaciones para llevar a cabo la evaluación en línea.

Para finalizar, dijo que la clave está en redefinir la asignatura desde una perspectiva metodológica, no se trata sólo de coger y llevar una tecnología a la asignatura y ya está. El valor de una política educativa digital no está solamente en la introducción de dispositivos, sino en ofrecer nuevas posibilidades y formas de aprendizaje.

En tercer lugar, en esta sesión se contó con la participación del maestro Jesús Alonso Regalado, de la University at Albany-State University of New York, en Estados Unidos, con la ponencia denominada “El factor humano en un programa sostenible de alfabetización informacional en estudios latinoamericanos, caribeños y de latinos en Estados Unidos”. Se trata de la implementación de un Seminario en Estudios Latinoamericanos para estudiantes subgraduados del tercer año, como una aproximación al conocimiento interdisciplinar que consiste en un curso básico del método, pero gradualmente para los alumnos de cuarto grado se les brinda la oportunidad de escoger entre tres diferentes seminarios.

Por lo abundante del tema el maestro Jesús Alonso se centró en el curso, el cual se trabaja conjuntamente entre el maestro y la biblioteca: ambos son responsables de la creación del programa para el curso y durante su seguimiento son facilitadores y motivadores. El objetivo es que los alumnos realicen una propuesta de investigación como si la fueran a presentar para su realización.

“Los alumnos dejan de pensar en el proceso de la investigación como una tarea solitaria y aislada, nosotros los inducimos a pensar que el proceso sea práctico, en compañía, y que se ayuden entre profesores y alumnos, para que crezca la confianza en su proceso de formación como investigadores”.

De este modo, durante el curso los estudiantes van realizando una serie de actividades compartidas con el resto de la clase; es una especie de intercambio dinámico de conocimientos, pues los alumnos someten sus trabajos de investigación para que entre todos se vayan aportando ideas y realizando revisiones constantes, primero entre compañeros, luego con el profesor y el bibliotecario, para ir afinando y perfeccionando los proyectos, añadió.

Jesús Alonso enfatizó que uno de los objetivos es el de crear alumnos comprometidos con el mundo; en ese sentido en el programa ALFIN se les concientiza sobre la importancia de concebirse como ciudadanos globales, para ello se les proporciona una gran diversidad de fuentes informativas publicadas en inglés y otros idiomas.

Para finalizar, en la cuarta y última sesión, moderada por la doctora Verónica Soria Ramírez, funcionaria de la DGBSDI, y también una de las organizadoras del Foro, presentó tres experiencias de buenas prácticas de la ALFIN. La primera participación estuvo a cargo de la doctora Patricia Hernández Salazar, del Instituto de Investigaciones Bibliotecológicas y de la Información, de la UNAM, en México. En ella presentó los resultados de un proyecto que ha venido desarrollando: “Personas adultas mayores y apropiación de información”; mencionó que el objetivo de su trabajo fue determinar las estrategias que se requieren para promover la apropiación de la información en comunidades de personas adultas mayores.

Para entrar en contexto, dio las características de un adulto mayor y describió sus aspectos biológicos, fisiológicos, psicológicos, de adaptación y deterioro. Este último factor está vinculado con la ciudadanía global, “las personas al tener un mayor deterioro les cuesta más trabajo adaptarse, sobre todo, en un ambiente digital o tecnológico de información y comunicación”.

Añadió que otro factor que afecta a este sector de la población está relacionado con las cuestiones económicas, pues la mayoría de ellos se han retirado o jubilado de sus empleos, y algunos de ellos se ven obligados a emplearse en el sector informal. Dicha situación los puede hacer sentirse desplazados del contexto social y caer en un estado de crisis existencial. “Se tiene una imagen negativa de los adultos mayores porque se le considera personas muy dependientes y pueden llegar a ser discriminados”.

Luego describió el método que utilizó para realizar su proyecto, el cual mostró que la apropiación de los recursos digitales se vuelve una cuestión básica para los adultos mayores, porque es una forma de estar integrados en un ambiente de información. Para ello realizó un estudio de usuarios en el marco del confinamiento para identificar sus características, estrategias de aprendizaje y los tipos de medios de comunicación que más utilizan.

Uno de los resultados del estudio es que los adultos mayores consideraron que uno de los actores más confiables son los individuos, porque refirieron que la confiabilidad reside en la autoridad como atributo humano de legitimidad, prestigio y reconocimiento social. En cuanto a los servicios que les gustaría que les ofrecieran en las bibliotecas, mencionaron los siguientes: los portales de información, los periódicos, los trípticos, los boletines y el correo electrónico, entre otros más, concluyó.

En su momento, la doctora Lourdes Feria Basurto, consultora independiente, participó con el trabajo llamado “Nueva normalidad y nuevos horizontes: ¿por qué alfabetizar en datos en la biblioteca?. En él presentó un panorama tecnológico, porque dijo que también forma parte de la alfabetización, pero centrado en el dato, definido como la expresión mínima de un hecho medible. Hoy en día hay mucha producción de datos en general, y de muchos tipos: cifras, texto, video, algoritmos, ecuaciones y otros más.

“Se había hablado de la alfabetización informativa y mediática, pero también se debe incursionar en la alfabetización de datos, básicamente el propósito es el mismo, pero se estaría hablando de contenidos precisos en soportes digitales”.

Especificó que el mismo ciclo de vida de los datos ha sufrido cambios, ahora se tiende a su reutilización, con esto se podría decir que se cierra el ciclo, pero realmente se comienza de nuevo con otro tipo de análisis, es una de las bondades, además de que se pueden compartir o montar en una plataforma de datos. “Ello forma parte de la alfabetización de datos, pues es la capacidad que se tiene de trabajar con los datos, leerlos, analizarlos y discutirlos”.

Es una actividad de gran relevancia, no sólo para los investigadores también para los estudiantes porque en el ámbito académico se necesita alfabetizar para ir aclarando conceptos y metodologías, que ya se conocían pero que ahora se hacen con soportes totalmente digitales, puntualizó.

Para cerrar la ronda de participaciones y del Foro, el doctor Jesús Lau Noriega, de la Universidad Veracruzana, en México, en su exposición “Habilidades mediáticas e informacionales UNESCO: estrategias para la construcción de ciudadanía”, dijo que en la UNESCO se tenían dos divisiones, la de comunicación y la de bibliotecas, y se percataron que ambas estaban trabajando en el desarrollo de competencias similares para que el ciudadano desarrollara competencias críticas a la hora de usar la información.

Añadió que a raíz de esto se creó un concepto llamado Media and Information Literacy (MIL), que tiene el mismo objetivo, es decir que el ciudadano tenga una visión crítica pero que al mismo tiempo se desarrollen sus habilidades mediáticas e informacionales. Para darle sustento a este concepto se desarrollaron una serie de investigaciones y documentos que luego fueron publicados.

De hecho, es un proyecto que será lanzado en el mes de noviembre con la participación de varios cientos de organizaciones de varios países bajo el nombre de Alianza MIL, con la intención de formar ciudadanos globales. Otras acciones se han enfocado en los jóvenes con el programa MIL CLICK, con la realización de foros regionales y congresos anuales.

Por último, dijo que en relación con el tema de la ciudadanía las bibliotecas pueden jugar un papel fundamental, porque se le puede apoyar al darles a conocer cuáles son sus derechos y obligaciones para tener una sociedad con mayor armonía.

Reseña informativa: María del Rosario Rodríguez León